Alguien que cuando se vaya a por tabaco, vuelva. Con un paquete siempre a medias, de lo que me gusta fumar a mi.
Que tenga el corazón roto; destrozado, muy roto; pero enorme. Un corazón tan distribuido que se le escape por todos los poros de la piel, para poder besarlo cuando le duelan las fotos en blanco y negro.
Que no le haga falta bailarme el agua para darme sed, pero que me la traiga de la cocina si me muero de o por ella.
Que convierta charcos de sangre en babas. Y llueva sólo en a parada de metro de su lengua, con transbordo entre mis piernas, destino; el cielo. Pero que no me prometa el séptimo, qué vértigo. Alguien que no cuestione mi pasado, se sepa presente y se atreva en futuro,