lunes, 9 de septiembre de 2013

Era un día malo. No malo del todo, pero algo así.

Salí a dar una vuelta, sola, no necesitaba a nadie.

O tal vez sí.

Me compré tres cigarros y me fui a la calle ancha. Hacía frío y estaba casi vacía. Andaba ya por la iglesia. así que me senté en un banco y me encendí un cigarro.

En el banco de al lado había un tipo sentado con unas mantas dobladas, una radio y su perro. Llevaba barba y se le veía pinta de desgastado. Comenzó a hablar. No sé si conmigo, solo o con su perro.

Decía que él no era muy católico. También decía algo sobre que le quedaba poco tiempo, y que estaba asustado. Pero no, de morir no. No le asustaba morir. Ni siquiera le asustaba si había algo allí arriba después de la muerte. Lo que realmente le asustaba era otra vida después de la muerte. Morir y volver a nacer en otra vida, en otra vida igual que la que había tenido. Solo. Sin nada ni nadie.Con tanta mierda y tantas decepciones. Eso era lo que realmente le asustaba.


Puede que la muerte no sea tan mala porque puede que la vida que te espera sea aún peor.

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