Y recuerdo que se nos hizo demasiado tarde y que no llegaste a tiempo. Que no llegaste, a secas. Y me fui con un cigarro en la boca, las manos en los bolsillos y la mirada perdida en no sé qué punto de un mundo al que no había aprendido a sonreirle sin ti.
Quizás el problema sea que siempre he necesitado a alguien a mi lado, ya no para seguir, pero sí para creer que continuar merece la pena.
A veces me da miedo pensar en lo vacía que estoy y, sobretodo, en lo difícil que es llenarme. Quién será la valiente, suelo preguntarme, que se quedará el tiempo suficiente conmigo para comprobar que soy algo más que todas mis cicatrices.
Y bueno, sigo odiando los lunes porque me recuerdan demasiado a mi vida.
Ya me entendéis.
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