domingo, 15 de diciembre de 2013

Eres preciosa,
        joder,
como un patio de niños dándole patadas a un balón,
como Madrid un 15 de Mayo,
o como hacer el amor


        y corrernos a la vez.

jueves, 28 de noviembre de 2013

De pequeña me acuerdo que escuchaba a las madres de mis amigas cuchichear diciendo 'Esta niña no va a acabar bien' mientras me miraban.


¡Y no se equivocaban!

miércoles, 6 de noviembre de 2013

A veces me siento feliz. A veces me siento triste. A veces apareces y pienso 'ojalá', y durante un momento juraría que me sostengo a varios centímetros del suelo, mientras dudo de si sí o de si te vas. Te hice así: poesía, y hasta la forma que tienes de romperme es bonita. Mea culpa, corazón. Pero, puestos a morir -pensé- mejor mátame tú que tienes los ojos del color del pecado. Yo es que me dejo ganar si luego vienes a curarme las heridas. Qué importa el dolor si tengo tu boca. Me autodisculpo por joderme tanto mientras intento quererte un poco menos. Pero aquí sigo, abrazándome a un clavo ardiendo: a tu cintura, desde donde disfruto de las mejores vistas del infierno.

miércoles, 25 de septiembre de 2013

El elefante encadenado.

El otro día leí un cuento de Jorge Bucay que me llamó bastante la atención y me gustó mucho. Os lo dejo aquí.

''Cuando yo era chico me encantaban los circos y lo que mas me gustaba de los circos eran los animales. También a mí, como a otros, después me enteré que me llamaba la atención el elefante.

Durante la función, la enorme bestia hacia despliegue de su peso, tamaño y fuerza descomunal... pero después de su actuación y hasta un rato antes de volver al escenario, el elefante quedaba sujeto solamente por una cadena que aprisionaba una de sus patas a una pequeña estaca clavada en el suelo.

Sin embargo, la estaca era solo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en la tierra. Y aunque la cadena era gruesa y poderosa me parecía obvio que ese animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su propia fuerza, podría con facilidad arrancar la estaca y huir.

El misterio es evidente: ¿Qué lo mantiene entonces? ¿Por qué no huye?

Cuando tenía cinco o seis años yo todavía confiaba en la sabiduría de los grandes. Pregunté entonces a algún maestro, a algún padre o a algún tío por el misterio del elefante. Alguno de ellos me explicó que el elefante no se escapaba porque estaba amaestrado. Hice entonces la pregunta obvia:
Si está amaestrado, ¿por qué lo encadenan? No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente.

Con el tiempo me olvidé del misterio del elefante y la estaca, y sólo lo recordaba cuando me encontraba con otros que también se habían hecho la misma pregunta.

Hace algunos años descubrí que por suerte para mí alguien había sido lo bastante sabio como para encontrar la respuesta: el elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que era muy, muy pequeño.

Cerré los ojos y me imaginé al pequeño recién nacido sujeto a la estaca.
Estoy seguro de que en aquel momento el elefantito empujó, tiró y sudó tratando de soltarse. Y a pesar de todo su esfuerzo no pudo. La estaca era ciertamente muy fuerte para él. Juraría que se durmió agotado y que al día siguiente volvió a probar y también al otro y al que le seguía... Hasta
que un día, un terrible día para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino. Este elefante enorme y poderoso que vemos en el circo no escapa porque cree  -pobre- que no puede.

Él tiene el registro y recuerdo de su impotencia, de aquella impotencia que sintió poco después de nacer. Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese registro. Jamás, jamás intentó poner a prueba su fuerza otra vez.

Vivimos creyendo que un montón de cosas "no podemos" hacerlas simplemente porque alguna vez, antes, cuando éramos chiquitos, alguna vez probamos y no pudimos. Hicimos entonces, lo del elefante: grabamos en nuestro recuerdo 'No puedo. No puedo y nunca podré'. Hemos crecido portando ese mensaje que nos impusimos a nosotros mismos y nunca más lo volvimos a intentar.

Cuando mucho, de vez en cuando sentimos los grilletes, hacemos sonar las cadenas y miramos de reojo la estaca y confirmamos el estigma: 'No puedo y nunca podré'. Vivimos condicionados por el recuerdo de otros, que ya no somos y no pudieron.''

Jorge Bucay.

lunes, 9 de septiembre de 2013

Era un día malo. No malo del todo, pero algo así.

Salí a dar una vuelta, sola, no necesitaba a nadie.

O tal vez sí.

Me compré tres cigarros y me fui a la calle ancha. Hacía frío y estaba casi vacía. Andaba ya por la iglesia. así que me senté en un banco y me encendí un cigarro.

En el banco de al lado había un tipo sentado con unas mantas dobladas, una radio y su perro. Llevaba barba y se le veía pinta de desgastado. Comenzó a hablar. No sé si conmigo, solo o con su perro.

Decía que él no era muy católico. También decía algo sobre que le quedaba poco tiempo, y que estaba asustado. Pero no, de morir no. No le asustaba morir. Ni siquiera le asustaba si había algo allí arriba después de la muerte. Lo que realmente le asustaba era otra vida después de la muerte. Morir y volver a nacer en otra vida, en otra vida igual que la que había tenido. Solo. Sin nada ni nadie.Con tanta mierda y tantas decepciones. Eso era lo que realmente le asustaba.


Puede que la muerte no sea tan mala porque puede que la vida que te espera sea aún peor.

sábado, 7 de septiembre de 2013

Un polvo de esos que te hacen arrancar el yeso con las uñas y un porro de esos que hacen que se te olvide que hay paredes.

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Septiembre.

Como caída del cielo, enviada por yo qué sé quién, pero después de todo lo malo apareció aquella chica, Irene, para hacer feliz a África. Esa chica hizo que África aprendiera muchas cosas, como que se puede ser feliz con poco o que uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde.

Era Septiembre. No recuerdo bien si era principios o finales. Se acababan de conocer. África tuvo suerte de conocerla.

Irene era una chica sencilla, modernita y simpática. Se hicieron inseparables en pocos días.

Irene sabía que África era homosexual, y no le importaba en absoluto, cosa que le sorprendió bastante a África ya que desde que salió del armario muchas antiguas amigas le habían dado de lado por miedo o bien por asco, a pesar de que ella no intentaba nada.

Quedaban todos los días y se pasaban horas riendo y hablando de cualquier tontería. La una siempre estaba para la otra en las buenas y en las malas.

Irene y África siempre habían sido muy cariñosas y por eso la gente ya empezaba a rumorear sobre ellas. Decían que estaban liadas, aunque no era cierto. Le gritaban bollera a Irene por la calle o el instituto, a pesar de que ella no lo era. Por culpa de eso África tenía bastante miedo de que la chica se fuese y dejasen de hablar, pero no. No lo hizo. Se quedó, y se la sudó lo que pudieran decir de ellas. Menuda fuerza y valentía que tenía.

Fueron cogiendo confianza con rapidez. Los fines de semana solían quedarse a dormir juntas. África no sentía nada por ella, ni Irene tampoco, pero seguían siendo bastante cariñosas.

Una noche cualquiera, con el tonteo, a África se le escapó un beso. Bueno, realmente no se le escapó. Simplemente le apetecía probarla. Irene no se negó, ni se echó atrás, cosa que le sorprendió a África. Ninguna estaba molesta al respecto y continuaron.

Una tarde normal, en la que habían quedado con unas amigas más, esperando las dos solas en unos escalones Irene le dijo algo: 'yo no soy lesbiana, no me gustan las chicas pero... te veo a ti y es raro, diferente, no sé'. Eso hizo que África sonriese, aunque realmente estaba asustada. No quería que se metiesen ese tipo de sentimientos porque podía perderla y no quería.

Pasaron los meses y los rumores seguían igual que siempre. Ellas seguían siendo amigas, seguían quedando todos los días. Pero Irene se fue distanciando poco a poco después de unas semanas. Se echó novio y ya casi ni se veían. Hoy en día ni se saludan por la calle. Y da la coincidencia de que vuelve a ser Septiembre.

África sigue pensando en ella. En su naricilla de dragón, en sus ojos grandes, en su boca pequeña y en esos pellejitos que tenía en los labios, que adoraba humedecer para que desaparecieran. También piensa en sus cabreos, en sus llantos, en sus abrazos, en sus tonterías, en el olor de su pelo y de su ropa, en las notitas que le dejaba, en sus lunares y sobre todo en sus besos. Son los besos más tiernos y dulces que le han dado. Le gusta escuchar canciones de Pereza. Le recuerda a Septiembre y a sus besos.

Ahora se da cuenta de todo, de que la quiere y de que la echa muchísimo de menos, que no la debería haber dejado escapar.

Un poco tarde.

Uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde.



Ya ves, dragón, hoy me ha dado por escribirte. Te echo de menos, Irene (aunque no te llames Irene, y yo tampoco me llame África).

lunes, 29 de julio de 2013

Se me ponen si me besas rojitas las orejas.

Qué tiene tu veneno que me quita la vida sólo con un beso y me lleva a la luna y me ofrece la droga que todo lo cura...
Tú eres mi verso, pluma, papel y sentimiento; la noche yo y tú la luna, tú la cerveza y yo la espuma. 

viernes, 26 de julio de 2013

Hay veces que tienes que saber cuándo quitarte de en medio, de esquivar la roca para no caerte. Pero, desgraciadamente, no todo el mundo lo sabe. O tal vez sí, pero lo ignoran.

Cuando seguís en el mismo camino que la piedra, te das cuenta de muchas cosas. De lo hija de puta que puede ser, del daño que hace. Detalles que, ciega, ni te habías percatado de que existían.

Entonces te caes, y no es la primera, ni la segunda, ni siquiera la tercera vez. Pero ya el golpe es tan fuerte y doloroso que decides parar. Recapacitas y te impresiona saber lo tonta que has sido. Entonces piensas en los miles de consejos que te han dado para no caerte y que habías ignorado. Mira que eres tonta.


Ya sabéis, de mucho correr os pegáis las hostias.


lunes, 22 de julio de 2013

Tendré que acostumbrarme, a lo mejor, a la impaciencia de que tú llegues siempre tarde y yo siempre esté esperándote.
Y recuerdo que se nos hizo demasiado tarde y que no llegaste a tiempo. Que no llegaste, a secas. Y me fui con un cigarro en la boca, las manos en los bolsillos y la mirada perdida en no sé qué punto de un mundo al que no había aprendido a sonreirle sin ti.

Quizás el problema sea que siempre he necesitado a alguien a mi lado, ya no para seguir, pero sí para creer que continuar merece la pena.

A veces me da miedo pensar en lo vacía que estoy y, sobretodo, en lo difícil que es llenarme. Quién será la valiente, suelo preguntarme, que se quedará el tiempo suficiente conmigo para comprobar que soy algo más que todas mis cicatrices.

Y bueno, sigo odiando los lunes porque me recuerdan demasiado a mi vida.

Ya me entendéis.

domingo, 21 de julio de 2013

Lo malo de juntar marihuana, el pensar en ella y un papel.

''Años. Años llevaba esperando este puto momento. Años de espera, de no rendirme, de seguir y de hacer las cosas más rastreras. Porque es así. Por algunas cosas se sufre, pero el que algo quiere, algo le cuesta y... Quien la sigue, la consigue.
Estaba ahí. Parada delante de mi. Por una vez en muchos años me estaba mirando, me sonreía a mí. A mí. Yo que había dado tanto. Por fin me vi recompensada. Yo era ahora la causa de sus sonrisas, de sus enfados, de sus tardes ñoñas, de sus problemas y, por fin, parte de su vida. Puede que durante un tiempo pero aún no se sabe. No puedes predecir el futuro.
Dios, ni me lo creía. Es que no podía ser real. No podía estar pasando esto. A mi. A mi, tío. Después de tanto tiempo. Es que... menos mal que no me rendí y que seguí ahí.
Se acercaba a mi, poco a poco, mirándome con esos putos ojos claros que me llevan matando años. Sonreía. Sonreía por mí, para mí. Joder. Menuda cara de gilipollas tendría yo. Pero me dio igual, ella estaba allí, caminando hacia mí. No pude evitar morderme el labio inconscientemente, como cada vez que la veía.
Dios, es que cada puto gesto, cada puto poro de su piel me enamora. Esto no es normal. No, no, no. Esta sensación es... es demasiado, pero es perfecta. Como tú. Perfecta como tú, gilipollas.
Sentí el impulso de besarla. Por fin, me cago en Dios. Llevaba años soñando con esto, imaginándome el cómo podría comerle esa boca y esos labios sonrosados. Lo hice. Por fin lo hice. Las ganas podían conmigo. Mi cuerpo se movió solo. Rocé sus labios. ¡Qué suaves! Llevaba mucho tiempo mirándolos, preguntándome cómo sabrían, cómo sería tenerlos entre mis dientes. Lo hice. Atrapé su labio inferior entre mis dientes con todo el cariño posible. Sin hacerle daño. Temía que pudieran romperse en cualquier momento. Cerré los ojos y lo solté. Se me escapó una sonrisa, así sin más. Era feliz. Era realmente feliz. Abrí los ojos y la miré. Ella estaba en las mismas, sonriendo.
-¿Qué? -murmuró sonriendo-.
Hija de puta, cómo me enamoras. Ni una palabra podía salir de mi boca. Ni una.
Pasó sus manos por mis caderas, con suavidad. Al fin y al cabo yo seguía siendo una enana. Siempre me había dicho aquello de que mientras los años pasaban por mi, por ella también. Pero eso ya daba igual. Me besó. Cerró los ojos y me besó. Mis párpados cayeron y me dispuse a disfrutar del momento. Su lengua jugueteaba con la mía. Al fin se encontraban las dos, al fin. Rodeé su cuello con mis brazos y me acerqué aún más a ella. Eso hizo que me besara con más ganas. Esto era demasiado. Sentía que en cualquier momento se me iba a escapar alguna lágrima. Lo notaba. Notaba como sus manos subían por dentro de mi camiseta. Sus manos, suaves, más que el terciopelo. Joder... Sara, no llores, cojones. Al coño. Salieron solas por mis ojos cerrados. Me separé pocos milímetros. Ella abrió los ojos y me vio, ahí, con los ojos cerrados, abrazada a ella y con unas cuantas lágrimas en la mejilla. Se había dado cuenta. Mierda, mierda, mierda. No quería estropear nada. Sacó las manos con rapidez de mi camiseta.
-Eh tú, ¿qué pasa? -Dijo preocupada.
Negué con la cabeza, -Nada- murmuré. Me sequé las lágrimas y volví a besarla. No lloraba de tristeza, ni de rabia. Lloraba de felicidad. Que al fin, al fin era mía. Ella no lo entendía, pero yo era feliz. Más que nadie. Me aferré a ella y volvió a pasear sus manos por mis caderas. Subió hasta mi cintura y comenzó a recorrer mi espalda, con lentitud sin dejar de bersarme. Posó sus manos sobre el broche de mi sujetador y paró ahí.
-¿Quieres seguir? -Susurró.
-Creo que es una pregunta un tanto estúpida a estas alturas. -Bromeé y mostré una sonrisa.
Entonces soltó una risa leve y se pegó a mí. Desabrochó el sujetador con rapidez y dejó pasear sus manos libremente por toda mi espalda. En realidad tenía pánico. No sé si iba a estar a la altura, no sabía si iba a gustarle, no sabía si todo esto lo hacía por pena o porque realmente quiso hacerlo. Pero no era momento de parar y preguntar. No. Ya no. Mordí su labio inferior con fuerza al notar sus manos en mis pechos. Joder, me cago en la puta. Estaba en la gloria. Resopló y bajó sus manos hasta mis glúteos. Me quité la camiseta y me deshice de ella, al igual que con el sujetador. Esto se nos estaba yendo de las manos, pero le tenía tantas ganas que no podía aguantarme, no podía parar. Me cogió y me tumbó en el sofá. Entonces empezó a besarme el cuello mientras paseaba la yema de sus dedos por mi vientre. Mi piel se erizó con rapidez. Agarré su camiseta y la subí para quitársela. A estas alturas lo que menos necesitábamos era ropa. Solté un suspiro algo entrecortado, lo que le hizo sonreír. No había hecho mucho y yo ya estaba alterada. Subió hasta mi oreja y me dijo que me relajase, finalizando con mi lóbulo entre sus dientes. No podía parar de sonreír. Esto era un millón de veces mejor que un porro de marihuana. Respiré hondo y me humedecí los labios. Buscaba su boca. La quería junto a la mía. Llevé ambas manos hasta sus mejillas y la llevé hasta mí. Entonces comencé a darle besos, largos, intensos. Llevó su mano derecha hasta el botón de mi pantalón. Lo desabrochó y cerré los ojos con fuerza. Que sea lo que la vida quiera. Metió su mano en mi pantalón y no pude evitar abrir un poco la boca. Comenzó a morderme los labios mientras se acomodaba encima de mí. Llevé una de mis manos hasta su espalda y desabroché su sujetador con algo de dificultad. No soy la mejor en eso. Me incorporé un poco y abrí las piernas. Fuego en mis venas. Comencé a besarla de nuevo. Sólo se oía nuestra respiración, el ruido de unos cuantos coches y una sirena de ambulancia. Me di prisa. Ya venían a por mí. Cambiamos los papeles. Ahora ella estaba debajo y yo no me separaba de su boca. Desabroché el botón de su pantalón y me agarré del borde de sus calzoncillos. De ahí no se escapaba. Bajé hasta su cuello y le di leves besos. Entonces me metió la mano en las bragas. Joder, tío. Pretendía matarme o yo que sé. Acariciaba mi sexo mientras se mordía el labio. Entonces mi respiración se aceleró y mis caderas comenzaron a moverse con lentitud y suavidad. Me salía sólo, se movían solas. Puse mi boca pegada a su oído. Quería que me oyera, que me oyera bien. Con la otra mano recorría mi espalda. Cada lunar, cada todo. Lo hacía todo con tanto cariño que parecía que pudiera rozarme el alma. No sabía cómo cojones lo hacía, pero me encantaba. La sirena cada vez se oía más cerca. No, no, no. Aún no. 5 minutos. No paraba de sonar y yo no paraba de besarla. No quería irme. No podía hacerlo. La abracé con fuerza y ella no sacaba su mano de ahí. Por favor, Sara, que no se te escape un puto te quiero porque te llevas una hostia. En realidad me moría de ganas de decírselo, para qué mentir, pero no quería estropearlo todo. Esas cosas no se dicen. No.
Estaba a punto de irme. Ya subían por las escaleras a toda prisa y yo no quería parar. Entonces entraron y me cogieron con rapidez. No, joder. Se me rompía el pecho. Era el puto día más feliz de mi vida y... joder.
Me dormí, o eso me dijeron. Me desperté a los días. Estaba en una puta habitación blanca, sola. Como las locas. Y así era. Estaba loca. Sufría de esquizofrenia y todo aquello que pensé haber vivido era todo mentira, todo falso, todo fruto de mi imaginación. Ella no estaba allí besándome, ni yo estaba medio desnuda sobre ella. Me rompí. Me rompí en mil pedazos. Pero bueno, de ilusiones se vive''.

viernes, 24 de mayo de 2013

Joder, es que quiero hacerte el amor. Me quiero despertar entre tus sábanas, llenarte el cuerpo de besos y perderme entre tus piernas.
Lo necesito.
En cualquier sitio.
En la playa, en el baño, en un portal, en un balcón, encima de la mesa, en tu cama.
Donde sea.

martes, 14 de mayo de 2013

No.

Día a día.

Las muñecas ensangrentadas llenas de cortes y la cara llena de lágrimas.
«Gorda»,
te repites una y otra vez.
Y sabes que es verdad.
Te miras al espejo y te das asco.
Odias que te piropeen porque mienten.
«Hoy no como»,
y te vas a la cama con apenas un vaso de agua en el cuerpo.
¿Para qué comer? ¿Para convertirte en una foca? No, no.
Te insultan.
Te pegan.
Te mienten.
Te amenazan.
Esto ya no es vida.
Si hay alguien ahí arriba te tiene que odiar mucho.
Piensas.
Coño, no quieres ser una puta anoréxica.
Pero te vuelves a mirar al espejo.
Gorda, te sobra de todo. Tu pelo es una puta mierda y tu cara aún más.
«No digas tonterías, eres preciosa»,
¡NO! ¡CALLATE!
No están en tu piel.
No te comprenden.
Te subes el ego delante de todos para disimular cuando en realidad te odias.
«¿Estás bien?»
Mientes.
«Si, si.»
No. No estás bien. Te estás muriendo por dentro.
Joder, esto es una puta mierda.
Más cortes.
Más sangre.
Más odio.
Las ves ahí.
Altas.
Guapas
Delgadas.
Ojalá tú así, ¿verdad?
Nunca te vas a ver así.
Nunca.

domingo, 7 de abril de 2013

Me he dado cuenta poco a poco que he cambiado por culpa de personas.
Y digo por culpa porque he cambiado a peor.
Me he vuelto una cagada y no tengo cojones de decir lo que pienso, o lo que quiero por miedo a lo que piensen o lo que digan.
También estoy falta de confianza.
Me han jodido tanto en tan solo unos meses que no confío en nadie.
Tampoco me creo cualquier cosa que me digan, y menos los te quiero. Necesito pruebas para creer.

Voy en camino de ser una gran hija de puta por culpa de la sociedad.
Tengo una playa desierta en mi propia cabeza donde me asomo todas las noches y le grito al mundo que qué coño quiere, qué hago mal, por qué a mi.

Y nunca me contesta.

Y me comerán los gusanos.

Me siento marginada de cojones.
Es un poco frustrante sentirte sola hasta con tu gente, pero bueno, es lo que pasa a esta edad.
No me apetece quedarme sola otra vez pero estoy viendo que va a volver a pasar.
''Sal, relaciónate'', me dicen. ¿Con quién si todos en este pueblo me odian y los que quiero están lejos?
En serio, me da pánico quedarme sola otra vez.
Creo que odio a la gente.
La gente me odia a mi y yo los odio a ellos.
Es un odio mutuo.
No sirvo para relacionarme.
Yo creo que mejor estar muerta, así no me preocupo de amigos ni pollas.
Luego dirán; ''pobre niña, con lo maja que era''.

Y me comerán los gusanos.

martes, 29 de enero de 2013

Deseos.

Desde que tengo conciencia siempre me han dicho que pidiese un deseo con los ojos cerrados al soplar las velas. De pequeña siempre tenía esa ilusión, siempre pedía que me trajesen el juguete que quería, que mi cumpleaños no tardase tanto en venir. Con 7 u 8 años empecé a verlo como una tontería porque nunca se cumplían. Este año estaba solísima, no tenía ni un puto amigo en quién confíar. Todos los días en casa encerrada ahogándome en mi mierda porque no tenía a nadie. El 27 de Agosto me planté frente la tarta de cumpleaños. La misma tarta que mi madre lleva haciendo 13 años y que siempre está buenísima. Encendió las velas y como siempre me dijo ''Cariño, pide un deseo con los ojos cerrados''. Cerré los ojos y pedí que no quería quedarme sola. Nunca. No quería seguir ahogándome, no quería seguir llorando, no quería seguir hecha mierda. Quería a alguien en quién confiar. Un amigo. Tan sólo uno. Lo pedí con tantas ansias que soplando las velas se me saltaron un par de lágrimas. Y aquí estoy, 5 meses después de aquel deseo, no con gente, sino con personas. Personas iguales, distintas que yo, pero al fin y al cabo son mis amigos, y los quiero, hostia.

Puede que alguien que maneje todo esto lo haya hecho o puede que haya sido yo con tanta ilusión pero bueno, gracias a quién sea, a mi, y a ellos.
''Puede ser que de tanto quererme olvidara que soy mi enemigo, puede ser que lleve años aprovechándome de mi mismo''.

2013.

En 13 años que tengo de vida nunca me he propuesto nada para el nuevo año porque nadie los cumple. Algo tarde es ya para decirlo pero... Este año me he propuesto ser felJAJAJAJAJAJAJA QUE NO. QUE ES LIGARME A MEGAN FOX, CABRONES.

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Hoy me he dado cuenta de una cosa; que hay que dejar de malgastar el tiempo. Bueno, de eso me he dado cuenta unas 84 veces y creo que esta no va a ser la última. Apuesto a que tendré 73 años y seguiré intentando que eso me quede claro en la vida.
Malgasto mucho el tiempo pensando en tonterías, en cosas que no son tan importantes como que si tal tía no me quiere, que tal grupo me insulta, y eso debería cambiar.
Me dan venazos, es según el día que me pille. Hay días en los que me levanto y todo es lo mismo, aburrido, triste, mierda. Todo. Pero luego me tumbo en la cama, me pongo algo de Toteking y al día siguiente me levanto con la idea de que ese día va a ser de puta madre y que me la va a sudar TODO. ¿Que tal tía no me quiere? Que me coma los huevos. ¿Que tal grupo me insulta? Más de lo mismo, que me lo coman.

Pero ya digo, días así tengo pocos y deberían ser más.

domingo, 6 de enero de 2013

sábado, 5 de enero de 2013

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- Ah... me olvidaba decirte que...
- Dilo.
- ...Que tengo unas ganas de hacerte el amor que no te puedes ni imaginar. Pero esto no se lo diré a nadie. Sobre todo a ti. Deberían torturarme para obligarme a decirlo.
- ¿A decir qué?
- Que quiero hacer el amor contigo. No una vez solo, sino cientos de veces. Pero a ti no te lo diré nunca. Solo si me volviera loca te diría que haría el amor contigo, aquí, delante de tu casa, toda la vida.